Que Graco Ramírez, el gobernador de Morelos, haya tenido que retirar la iniciativa preferente para que las personas solteras, en unión libre y del mismo sexo puedan adoptar a niños, para volverla ordinaria no es solo una derrota política para él. Es paso atrás para toda la sociedad en su conjunto, ya que se les esta negando un hogar a cientos de niños que de otra forma no podrían tener.
Va mucho más allá, porque significa el negarle el derecho a los matrimonios del mismo sexo de darles un hogar a niños que lo necesitan. Lo peor es que se les niega a esos niños el poder tener una familia, y así poder desarrollarse en un mejor entorno.
Seamos honestos, muchos de quienes luchan para que no se les de el derecho al matrimonio y a la adopción no lo hacen para defender a ninguno de los dos. Lo hacen por sus propias fobias, simplemente impiden el acceso a un derecho que ellos tienen por sus propias inseguridades.
Nadie está pidiendo que estén de acuerdo con el estilo de vida homosexual, o que lo apoyen, simplemente que las parejas del mismo sexo tengan los mismos derechos y obligaciones que las parejas heterosexuales tienen al contraer matrimonio. Al igual que muchos niños que no son adoptados por parejas heterosexuales, puedan acceder a un hogar por medio de matrimonios de parejas del mismo sexo que decidan dárselo.
Ninguna pareja del mismo sexo madura se toma a la ligera el adoptar, al igual que las parejas heterosexuales. Por eso el mecanismo para poder adoptar debe de ser el mismo para todos, y así asegurar que los niños adoptados lleguen con quienes realmente tienen los medios y la madures para darles un hogar independientemente de su orientación sexual.
Es hora de dejar que las fobias y prejuicios sean motivo para negar derechos a ciertos grupos. No seremos la sociedad justa e incluyente que creemos ser hasta que realmente todos los individuos tengamos acceso a los mismos derechos y las mismas obligaciones.