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No hay premios ni castigos, solo consecuencias...

Esta cita de William Ralph Inge, un cura anglicano, es muy cierta.

Todo lo que nos pasa en nuestro día a día, no es más que una consecuencia de las acciones que llevamos acabo. Ya sea bueno o malo, todo lo que hacemos tendrá una consecuencia acorde a lo que hemos hecho.

Cada uno de nosotros tenemos libre albedrío, lo que nos hace responsables de todas las decisiones que tomemos. Debido a esto, es que debemos afrontar las consecuencias de loas decisiones tomadas. No hay otro responsable de los que nos pase, todo lo que digan del por que no fue culpa del individuo son excusas o pretextos.

Hay gente que tiene miedo a tomar las riendas de su vida, prefiere ir por ella culpando a fuerzas externas. Todo es culpa de las estrellas, del diablo si es algo malo o de Dios si es algo bueno, etcétera.

Simplemente se niega a admitir que tomo la decisión, correcta o incorrecta, fue tomada por el mismo individuo y es el quien debe afrontar las consecuencias de dicha decisión. Culpar a los demás, no lleva a nada.

Nuestro propio libre albedrío es quien nos lleva a realizar cualquier acción. La decisión final no esta a nuestro alrededor, esta reside dentro de cada uno de nosotros. Sí actúas de forma correcta, las consecuencias serán buenas, sino serán malas.

Quieres que las cosas mejoren en tu vida, comienza a pensar y a actuar de forma diferente. Hasta que no cambies, las consecuencias siempre serán las mismas. Sin importar cuanto implores o te martirices, las cosas continuaran en el mismo curso, y tu serás el único culpable.

El libre albedrío hace que toda acción que lleves acabo sea única y exclusivamente tu responsabilidad. Aún que te digas que otra persona fue la que tomo la decisión y actúo, la responsabilidad por que fue tu decisión el que la otra persona decidiera y actuara por ti. Sí sabes que cada vez que esa persona hace algo en tu nombre te las consecuencias son malas, ya no dejes que haga nada por ti.
Pero sí aún sabiendo a que consecuencias te atienes dejas que las cosas sigan igual, deja de quejarte. Más, sí quieres que las cosas pasen de manera distinta has algo para que así sea.

De nada sirve que nos quejemos o señalemos lo que esta mal, sino hacemos algo para corregir lo que se hace mal. Para esto se necesitan dos cosas, el ojo crítico para ver lo que se esta haciendo mal y la voluntad para llevar las acciones necesarias para corregir el rumbo.

Hay que recordar que nadie nos castiga o recompensa de nada, simplemente estamos recogiendo lo que sembramos.

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