Muchos mexicanos no creen que nuestros representantes no escuchen, por lo tanto creen que no hay posibilidades reales de cambio en el gobierno.
En cierto sentido, tienen razón. Pero no se dan cuenta, que dichos representantes no escuchan los reclamos de la ciudadanía por que saben que la sociedad no harán su voz escuchar. Mientras que la sociedad en su conjunto no se coordine para que se generen los cambios que quiere, la gente en el gobierno sabe que no tiene que preocuparse por hacer algo la respecto.
Mientras siga la apatía generalizada, la gente que tiene el poder para realizar los cambios que sabemos son necesarios no harán nada por hacerlos. Sobre todo aquellos cambios que no les convienen a ellos.
Dichos cambios, tienen que ser forzados por la sociedad. Y hasta que no los obliguemos a hacerlos, no los harán.
Es fácil culpar a otros de que no se generen dichos cambios, pero si cada parte de la sociedad no presiona para que se den no pasara nada. Y la culpa no será de los diputados, senadores o del presidente; toda la culpa recaerá en nosotros mismos. De nosotros depende de que los cambios de den.
No por que otros no hayan hecho algo, no nos da el permiso para evadir nuestra responsabilidad para con nosotros mismos. Si queremos que las cosas cambien para mejor, esta en nosotros el generar los cambios requeridos. Nadie más tiene la responsabilidad, ni tampoco les tiene que importar. Al final del día, lo que pase o deje de pasar en nuestras vidas no es responsabilidad más personal de cada uno de nosotros mismos.
Hay que dejar de esperar que alguien más haga algo, y hacer las cosas nosotros mismos.
Todo lo que vale la pena, cuesta trabajo. Hay que dejar de ver al trabajo como una carga, es una bendición. Nos mejora, hace que los frutos que obtengamos sean aquellos que queremos.
El trabajo engrandase a quien lo realiza con ahinco. A partir de este, los grande cambios han pasado.
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