Es triste ver como la gente tiende a los extremos, sin pensar. En lugar de analizar que es lo que tienen en frente, simplemente reaccionan sin pensar.
Todo es blanco o negro para ellos, se niegan a darse cuanta que la mayor parte de las cosas caen en algún matiz de gris. Hay muy pocas cosas que caigan en los absolutos, casi todo es relativo. Todo acto trae consigo beneficios y males a considerar.
Encontrar el balance entre los beneficios y los males que trae consigo cada proyecto, es lo que se tiene que tomar en cuenta para tomar la decisión de cual camino tomar. Se tiene que ver que es lo que estamos dispuestos sacrificar para lograr nuestros objetivos. Lo que tenemos que dar a cambio para lograrlos, es lo que determina si vale la pena hacer algo de una manera, u otra, para llegar a ellos.
No hay un método que sirva para todas la situaciones, pero se pueden tomar como referencia para construir las soluciones que sean útiles en un momento dado.
El éxito o fracaso de cada proyecto que emprendamos dependerá de que tan bien logremos adaptarnos a las situaciones que se van presentando en nuestro camino hacia nuestra meta. Y hay que recordar, que no es malo reiniciar el camino si vemos que lo que estamos haciendo no nos esta llevando hacia donde queremos.
Al final del día, los extremos nunca nos llevan a soluciones; de igual manera el justo medio tampoco siempre lo es. Todo depende de a que nos enfrentemos, y que acciones nos exigen las circunstancias.
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