Algo común en mucha gente, es que confunde lo justo con obtener lo que ella quiere de cada situación. Lo justo no tienen que ver con eso, sino que lo que se obtenga sea aquello se merece a cambio de lo que se dio.
Lo justo no es bueno o malo en si, simplemente es el resultado de aquello que se hizo para llegar a un resultado dado. Este resultado es bueno o malo dependiendo de las expectativas que se tenían, no de los justo que sea el resultado en si. No se deben confundir las etiquetas de bueno o malo con la justicia en si, por difícil que sea aceptar el resultado.
Que no se obtenga lo que buscábamos no hace el resultado injusto, al igual que el obtener lo que queríamos no lo hace justo.
Lo que hace difícil evaluar lo justo, o injusto, de un resultado es el grado en que nos encontramos emocionalmente enlazados a un resultado dado. Si va de acuerdo a lo que esperábamos, lo damos por justo independientemente que sea justo o no. Y viceversa, si no es lo que esperábamos, damos por sentado que se ha cometido una injusticia.
La justicia es independiente a lo que nuestras emociones nos digan que el resultado debe de ser, incluso puede llegar ser contrario a lo que nos diría el sentido común. Nuestras emociones nos pueden llegar a cegar sobre aquello que sería lo justo, al no dejar considerar hechos que hacen que el resultado que queremos sea lo justo.
De igual manera, nuestras emociones pueden dejar que consideremos cosas que no deben de serlo, y llevarnos a cometer una injusticia al actuar de un modo contrario a lo que los hechos relevantes nos señalan como justo.
La justicia es independiente a nuestras emociones y expectativas de como deben de ser las cosas.
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