La confianza en el gobierno actual, y el sistema que lo soporta, es prácticamente nula. La mayoría no cree que el gobierno los represente, y aún menos que cumpla con las promesas de cambio.
Para hacer la situación peor, hay un sentimiento de resignación por una mayoría que no cree que el cambio sea posible. Espera que las cosas sigan igual, por lo tanto no hace nada por cambiar las cosas para mejor. Incluso participan en los mismos actos que condenan, con la escusa de que si los demás lo hacen porque ellos no.
No se dan cuenta que al participar activamente, empeoran las cosas haciendo el problema aún más persistente. El estar pasivos les facilita las cosas a los que actúan de mala forma al no encontrar resistencia alguna.
La pregunta no es si podemos cambiar las cosas, o no. Lo que tenemos que preguntarnos es como podemos hacer que las cosas cambien, y partiendo de ahí planificar las acciones necesarias para lograr el objetivo. No hemos logrado el cambio no por falta de capacidad, sino porque no hemos planteado las preguntas correctas para comenzar.
No hay motivo de peso para soportar el estar en la situación actual, sobre todo porque podemos lograr nosotros mismos el cambio. Porque no hayamos logrado el cambio hasta ahora, no significa que no lo podremos alcanzar en un futuro cercano.
Hasta el momento nuestro principal enemigo no ha sido externo. Ha sido nuestra propia incapacidad de encontrar la forma de generar el cambio que buscamos de alguno u otra forma. Pero sobretodo, ha sido el simplemente aceptar que no podemos cambiar las cosas cuando nosotros mismos debemos ser los agentes del cambio que queremos ver.
El cambio que buscamos comienza en nosotros como individuos, de ahí tenemos que buscar sinergias con otras personas hasta que logremos cambiar al sistema. Llego la hora de que nosotros cambiemos al sistema, y no el sistema a nosotros.
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