Es triste ver que no hacemos las cosas porque es lo que tenemos que hacer, sino porque es lo que otras personas hacen o dejan de hacer. Lo que es peor, cuando las consecuencias nos son adversas por nuestras propias acciones no asumimos nuestra responsabilidad y culpamos a los demás de lo que nos paso.
No hagamos las cosas midiendo nuestras acciones de acuerdo a lo que otros hagan, ya que eso no nos llevara a ningún lado. O si nos lleva por algún camino, será uno que no hemos elegido nosotros por voluntad propia.
Es fácil caer en la trampa de actuar de alguna manera porque otros a nuestro alrededor lo hacen así. Pero las cosas no serán como las queremos, ya que estamos siguiendo patrones de conductas ajenos que nos llevan al destino que eligieron otros de antemano.
Sí queremos resultados diferentes, hay que actuar diferente. Y nadie lo hará por ti, eres tu quien tiene que tomar la decisión de tomar un camino diferente.
Ya que tomaste la decisión, se tiene que actuar en congruencia. De no hacerlo, los resultados obtenidos no serán los que buscas. Aún así, hay que ser flexibles para cambiar el rumbo si vemos que nuestro accionar no nos lleva al destino al cual queremos llegar.
No culpes a los demás de lo que pasa en tu vida, lo que pasa en ella es directa consecuencia de las acciones que tomaste. Para llegar al lugar en el cual te encuentras tu tomaste la decisiones, y las acciones, que te llevaron hasta ahí. Es cierto que otras personas influyen en como se van desarrollando los diferentes sucesos en tu vida, pero está en ti limitar dicha influencia.
Lo que pasa en tu vida es directa consecuencia de lo que hiciste, o dejaste de hacer, y lo que los demás hicieron es secundario. Uno cosecha lo que siembra, nos guste o no.
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